¡Carajo, qué criatura más bella!

Carajo! Qué criatura más bella, pensó al verla.
Y con tanta belleza, pero en poco tiempo,

terminó enamorándose de sus manías
 sus miedos, sus silencios, su ceja rebelde, sus cicatrices dulces
sus manos impacientes, sus pies fríos, sus ojos tristes, 
varios lunares recónditos y hasta de su alma blanca.
¡Carajo, qué criatura más bella!

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