Superficial, si ha de tener encanto
Patrimonio del ojo
Que sólo capta un plano
Vive en la piel, no cala hasta los huesos
Y en ella se hace vértigo y remanso
Quien trata de ir más lejos, fantasea
Perfilando bosquejos o milagros
De acuerdo a sus deseos
La belleza es externa, ya en el nardo,
O en la alondra, el arroyo, la montaña,
O la puesta de sol en el ocaso
No vamos más allá, no la invadimos
Nos detenemos y la contemplamos
Admiro ‘Las Meninas’ de Velázquez
Su diseño, color, cuanto hace el cuadro
Mas no le doy la vuelta
Para ver, o admirar, el otro lado
Es lo que es en sí mismo
Sin importar la calidad del paño.
Hay belleza en el bronce
La hay también en el mármol
‘Pensador’, de Rodín, ‘Venus de Milo
Vida inmovilizada en cada rasgo,
Mas no es el material, sino la forma
Que les dio el escultor, lo que admiramos
Eres hermosa, pero no pretendas
Que vislumbre tus íntimos estratos
Que analice tu vida
Que complete el retrato
De un alma cuyos propios atributos
Desconoces tú misma
.El ser humano es oscuro y ambiguo
Y el juicio de sí propio es inexacto
Trascender a la piel es aventura
Que a menudo remata en el fracaso
Cien hombres te conocen
Mas su conocimiento es limitado
A ciertas pinceladas subjetivas
Sin coincidir entre ellos
El impacto de tu propia belleza es relativo
Siguiendo cada cual su propio canon
Deja, pues, que te admiren
Por lo que puedan ver en su arrebato.
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